En toda enfermedad crónica o recurrente hay tres factores determinantes:
- El agente
- El huésped
- El medio ambiente
Claude Bernard, científico francés del siglo XVIII dijo: “El microbio es nada, el terreno lo es todo”. Tratándose de infecciones, el microbio y el agente es el virus. El terreno en este caso es el niño.
Con algunas excepciones, los virus siguen siendo los mismos y tampoco se han vuelto más agresivos. Entonces, miremos las fortalezas o las debilidades del huésped. El sistema inmune del niño se ha venido a menos en los últimos años. Muchos niños tienen deficiencias inmunes desde que nacen y de ahí en adelante, incluso pueden agravarse. Este comportamiento da pie para otra pregunta:
¿Por qué ahora el sistema inmune del niño no tiene un funcionamiento normal? Aquí entra a jugar el tercer factor determinante: el medio ambiente, el cual esta conformado por distintos elementos que rodean al niño en su estilo de vida, donde todos los que lo agreden conforman el exposoma. Dicho en otras palabras, el exposoma está conformado por todos los factores ambientales que son causas directas o indirectas de enfermedades.
Entonces, ya tenemos más claro el panorama. Si los virus no son más agresivos, ¿de quién es el problema? Sin lugar a dudas del niño y del exposoma, pero estrictamente, ni siquiera del niño, es solo del exposoma, que incluso puede ser transgeneracional. Me explico: en este momento hay factores ambientales que agreden a los padres en cualquier momento de su vida, causando enfermedades que se heredan a sus hijos, una de estas, por ejemplo, es el asma, la cual hace al niño vulnerable a las infecciones respiratorias recurrentes. El asma implica una deficiencia del sistema inmune. Esto es un efecto transgeneracional.
Pero además, durante la gestación todas las enfermedades que produzca estrés fetal hacen parte del exposoma. Estas enfermedades producen distintas alteraciones en el feto, que a futuro pueden ser causas de varias enfermedades. Este comportamiento se conoce como el efecto de programación fetal y otra vez, una de las enfermedades que puede ser producida por el mismo, es precisamente el asma. Entonces, si sumas el factor hereditario y el efecto de programación fetal, no debemos sorprendernos de que un niño sufra de bronquiolitis en los dos primeros meses de vida y de ahí en adelante, crisis frecuentes de broncoespasmo, luego de asma y de infecciones respiratorias recurrentes. La alergia implica una inmunodeficiencia contra estas infecciones.
Pero esto no lo explica todo. Después de que el niño nace, hay otros factores ambientales que agreden su sistema inmune, por ejemplo, la falta de leche materna en los primeros meses de vida le quita el soporte inmunológico, justo en el tiempo en que su sistema inmune empieza a madurar, en cambio, los alimentos mal tolerados, los antibióticos, los malos hábitos alimenticios y las infecciones virales recurrentes, pueden producir alteraciones inmunes acumulativas, las cuales tienen una relación directa con el asma y las alergias en general. Mira, todo está conectado.
Un factor ambiental que contribuye a la aparición del asma es el jardín, el cual facilita la exposición a los virus y son estos, como factores del exposoma, los detonantes más importantes de las crisis de asma en el niño. ¿Te das cuenta? Estrictamente, no es el jardín ni son los virus las causas directas del asma. Hay una alteración inmunológica previa en el niño que ha sido causada con antelación y que lo hace vulnerable a las infecciones respiratorias recurrentes y al asma.
Causas de las infecciones respiratorias recurrentes del niño