La Hipertrofia de la adenoides y la rinitis crónica, juntas, cuando no se resuelven oportunamente, dejan las siguientes complicaciones, que a la postre terminan por ser secuelas:
- Deformidad de la fisonomía del niño
- Mal funcionamiento de la nasofaringe, al cual le llamo disfunción de la nasofaringe
La deformidad de la fisonomía se produce por la obstrucción crónica de las vías respiratorias. Los detalles físicos de la deformidad de la fisonomía son los siguientes:
Primero: Atrofia de la nariz. Se caracteriza por nariz muy pequeña y respingada con fosas nasales visibles desde el frente. Esto se debe a que cuando la nariz no funciona el niño deja de usarla y esto atrofia la nariz, quedando muy pequeña con las fosas nasales estrechas, agravando la obstrucción nasal.
Segundo: Tendencia a mantenerse todo el tiempo con la boca abierta debido a que el labio superior también se atrofia o se queda corto. No alcanza a cubrir los dientes incisivos superiores, los cuales a menudo son visibles en su totalidad, incluso a veces desde las encías.
Tercero: Maloclusión dental, razón por la cual muchos niños terminan con brackets. Esta maloclusión se debe a que se detiene el desarrollo del proceso mandibular superior, sin que se detenga el desarrollo del proceso mandibular inferior.
La fisonomía alterada puede revertirse si la intervención es oportuna. Oportuna significa que la intervención médica se haga antes de que el niño conforme la mayor parte de su fisonomía, la cual se lleva a cabo alrededor de los 6 años de vida. Esto implica el tratamiento exitoso de la rinitis y de la hipertrofia de la adenoides por igual.
Los detalles físicos que te acabo de explicar detalladamente corresponden a la alteración de la fisonomía, o a la parte estética de la cara del niño y se le conoce como facie adenoidea. Ahora te voy a explicar cuáles son las secuelas en la funcionalidad de la nasofaringe que pueden ser vitalicias.
La inflamación y la obstrucción crónica como consecuencia de la rinitis y de la hipertrofia de la adenoides producen las siguientes complicaciones funcionales a mediano y largo plazo:
- Dificultad constante para respirar por la nariz o nariz tapada todo el tiempo.
- Incapacidad para regular la presión del oído medio, por eso no toleran los cambios de presión, por ejemplo, en un viaje en avión o en carro.
- Congestión o dolor crónico de oído o sensación de oído tapado, especialmente con los cambios del clima.
- Vértigos y tinnitus (ruidos en el oído). Estos efectos se producen por daño de las estructuras del equilibrio y de los receptores que llevan la información auditiva y sensorial desde el oído medio al cerebro.
- La duración de los síntomas del resfriado suele ser más prolongada y más grave que en las personas sin este problema.
- Tendencia a la sinusitis y otitis crónica recurrente.
- Voz nasal o respiración nasal ruidosa. La persona que está cerca suele escuchar que le suena la nariz con cada respiración.
- Mal dormir y algunas veces apnea de sueño
A todo este conjunto de problemas clínicos yo le llamo disfunción nasofaríngea. No todos los pacientes tienen todos los síntomas anteriores y el rango de la gravedad es muy variable. Hay pacientes con síntomas leves y otros con síntomas severos. Algunos de estos síntomas empiezan a presentarse en el niño, otros en el adolescente y otros en el adulto joven, sin embargo, cada vez veo con mayor frecuencia que muchos de ellos, que por lo general aparecen en el adulto, ya los tiene el niño después de la primera infancia.
Lamentablemente, la disfunción nasofaríngea se ha vuelto común en el adulto joven y todo puede partir del ronquido nocturno o de la congestión nasal crónica de los primeros meses o años de vida.
Por eso el ronquido nocturno de un niño, que sería el síntoma de la hipertrofia de la adenoides, y la congestión nasal con o sin picazón desde muy temprana edad, que sería el síntoma de la rinitis, son centinelas que advierten la posibilidad de un problema potencialmente grave, que desmejora la calidad de vida del niño y a futuro la del adulto.
¡Alertas Papás! No ignores el ronquido y la congestión nasal en tu hijo