La pérdida parcial o total del olfato es un problema claramente relacionado con la pandemia de COVID-19, que según algunos investigadores se debe al daño directo del virus en el nervio olfatorio, y que no parece estar relacionado con el efecto inflamatorio de la infección en la mucosa nasal. Sin embargo o otros investigadores opinan que el efecto dañino del virus no puede ser sobre el nervio olfatorio porque este no tiene los receptores que le facilitan su penetración. Creen más bien que pueda deberse al daño de células de soporte o que acompañan al nervio olfatorio.
El nervio olfatorio se origina en la parte superior de la nariz y llega al cerebro al bulbo olfatorio y de ahí se conecta con otras áreas como el hipocampo y lóbulo temporal. Su función es percibir los olores y conducirlos de la nariz al sistema nervioso central.
Es alarmante que una alta proporción de pacientes con COVID-19 presenten anosmia aislada como único síntoma de presentación inicial de la infección o que frecuentemente haga parte de un cuadro clínico leve, especialmente en la gente joven.
Sin embargo, la anosmia no es un síntoma exclusivo de COVID-19, hay otras razones de carácter degenerativo que pueden hacer lo mismo. La pérdida del olfato es una afección bastante común en la población general y puede ser cuantitativa o cualitativa. Se estima que la anosmia e hiposmia, inhabilidad o habilidad disminuida del olfato, respectivamente, afecta entre 3% y 20% de la población mundial, principalmente a adultos mayores; llegando hasta 50% en los mayores de 65 años, y más de 80% en los mayores de 80 años.
A propósito, una de las enfermedades que puede producir la pérdida del olfato es la rinitis crónica, pero la causa más común de la pérdida transitoria es la infección de las vías respiratorias altas, problema que se resuelve casi en su totalidad después de la infección.
Pero la opinión de los investigadores y expertos en COVID-19, sugieren que dadas las circunstancias de la pandemia, todo paciente con pérdida parcial o total del olfato debe considerarse como infectado por SARS-COVID-2, mientras no se demuestre lo contrario.
La idea es crear conciencia en la población general sobre la asociación de la anosmia con COVID-19. Considerando que la anosmia o la hiposmia pueden ser los únicos síntomas de la infección. La detección temprana por hisopado nasofaríngeo identificaría rápidamente a los infectados, contribuyendo de esta manera a formar un cerco a la infección.
La pérdida del olfato es un síntoma que se puede presentar súbitamente, con o sin síntomas de congestión nasal. Las estadísticas reportan porcentajes tan bajos como el 5% y tan altos como el 80%. Esta disparidad de hallazgos probablemente corresponda a que en los inicios de la pandemia no fue un síntoma tenido en cuenta en todos los casos. Me inclino a que su prevalencia es más congruente con el porcentaje más alto. Algo importante es que la pérdida del olfato suele coincidir con la pérdida del gusto, en proporciones similares.
La recuperación del olfato y del gusto por lo general se producen dentro de 10 a 15 días después de la infección. Algunas personas se pueden demorar varias semanas o meses. Las terapias basadas en la percepción de olores pueden ser de gran ayuda.
Dr. Medardo Rosales Estrada, Global Pediátrica